La pérdida de un ser querido es un momento traumático que a menudo produce efectos irreparables. Y cuando sucede en plena infancia sacude aún con mayor violencia los pilares de nuestra vida. El debut de Verge en la literatura infantil está centrado en las andanzas de una niña que ha sufrido la muerte de su madre y que, a pesar de todo, trata de llevar una vida normal en su barrio, situado en Copenhague, una zona que la escritora conoce bien y cuyas miserias y alegrías describe a la perfección. A través del relato descubrimos la relación que mantiene con su padre, el cartero de la zona, que ahora sobrevive como puede con otros trabajos para paliar la pésima situación económica de la familia. Mona trata de encontrar la senda del optimismo con una personalidad indomable y mirando al futuro con alegría, actitudes que contagia a los lectores. Un texto cálido, estructurado en pequeños capítulos y arropado por el siempre espectacular trabajo gráfico de Ester García, pleno de dulzura y delicadeza, sobre el que sobrevuela un permanente halo de tristeza. La obra incide, a través de palabras escogidas con sensatez, en ese dolor no solo ligado a la muerte sino también extrapolable a cualquier otra ruptura del equilibrio vital.
La pérdida de un ser querido es un momento traumático que a menudo produce efectos irreparables. Y cuando sucede en plena infancia sacude aún con mayor violencia los pilares de nuestra vida. El debut de Verge en la literatura infantil está centrado en las andanzas de una niña que ha sufrido la muerte de su madre y que, a pesar de todo, trata de llevar una vida normal en su barrio, situado en Copenhague, una zona que la escritora conoce bien y cuyas miserias y alegrías describe a la perfección. A través... Seguir leyendo
Un regalo sin abrir
Si estás en la calle Isted de Copenhague, son las dos de la tarde, y es un miércoles de octubre, es muy probable que veas pasar a toda velocidad en su bici roja a una niña con la mochila a la espalda, y a un niño con sudadera verde que la persigue a la carrera. Oirás que el niño la llama, y verás que la gente que ha salido a pasear el perro por delante de la casa amarilla levanta una mano con irritación cuando la niña cruza la plaza sin mirar y se mete por la calle Dannebrog.