Tal vez los colores del paisaje africano o el aroma embriagador del atardecer junto al lago propiciaron aquel sentimiento. Lo cierto es que el elefante, fiel a la máxima que certifica que el amor es ciego, ha caído rendido ante el seductor nado del pez dorado.Sin embargo, a pesar de su belleza, la historia no es del agrado de otros miembros de la manada y la naturaleza se empeña en poner impedimentos al devenir del romance. Esta anécdota sencilla, transformada en una colección de acuarelas que destilan sensibilidad, bromea sobre algunos tópicos para construir un bonito relato sobre el valor de los sentimientos para leer en compañía. Editado en pequeño formato, supone el reencuentro de la escritora y la ilustradora tras anteriores colaboraciones, y un simbólico homenaje a la diversidad cultural y al amor sin fronteras.
Tal vez los colores del paisaje africano o el aroma embriagador del atardecer junto al lago propiciaron aquel sentimiento. Lo cierto es que el elefante, fiel a la máxima que certifica que el amor es ciego, ha caído rendido ante el seductor nado del pez dorado.Sin embargo, a pesar de su belleza, la historia no es del agrado de otros miembros de la manada y la naturaleza se empeña en poner impedimentos al devenir del romance. Esta anécdota sencilla, transformada en una colección de acuarelas que destilan sensibilidad, bromea... Seguir leyendo
La huella
¡Que va! Los elefantes no tenemos tan buena memoria como muchos creen, aunque yo sí recuerdo bien aquel primer encuentro.
Sucedió en el lago. Al fresco de su orilla, la manada de primos y hermanos nos reunimos cada anochecer en busca de comida, a salvo de tigres y leopardos.