Convivir con un cocodrilito de más de dos metros implica algunas obligaciones. Por ejemplo, es necesario tener una buena provisión de alimentos para poder afrontar la cena con garantías, aun así, como comprobamos con este divertidísimo relato ilustrado, si decides salir a pasear con él puedes enfrentarte a algunos inconvenientes. La dueña del reptil no es consciente de lo que está ocurriendo, pero su “cariñito” no puede reprimir el hambre voraz y, por el camino, ha degustado unas cuantas “tapas” inesperadas. Secuenciado con ritmo, alterna pequeños troqueles para potenciar el efecto sorpresa que se produce tras cada encuentro, siempre con el mismo hilo conductor, una ración de fino humor que provoca la sonrisa permanente del lector. A medida que avanza la historia, concebida con limpieza en los trazos y desnuda de escenarios, asistimos al crecimiento desorbitado del protagonista, insaciable ante los mimos de su inocente progenitora. Si te encuentras con ellos esta tarde, ten cuidado porque aún le suenan las tripas…
Convivir con un cocodrilito de más de dos metros implica algunas obligaciones. Por ejemplo, es necesario tener una buena provisión de alimentos para poder afrontar la cena con garantías, aun así, como comprobamos con este divertidísimo relato ilustrado, si decides salir a pasear con él puedes enfrentarte a algunos inconvenientes. La dueña del reptil no es consciente de lo que está ocurriendo, pero su “cariñito” no puede reprimir el hambre voraz y, por el camino, ha degustado unas cuantas... Seguir leyendo
Finn Herman
- Finn Herman, cariñito,
¿quién tiene la sonrisa más adorable del mundo? -dijo la señora-. Ahora mamá va a ir a la carnicería...
...a comprarte algo rico para la cena.
- ¿Qué pasa, cosita? ¿Quieres venir?
No es buena idea, tesoro; la calle es un lugar muy peligroso para un cocodrilito -le explicó la señora dándole unas palmaditas en la cabeza.