La artista pontevedresa Carmen Hermo condensa fragmentos de la vida y la obra de Manfred Gnädinger, mítico creador alemán fallecido a comienzos del siglo XXI, que estableció su "estudio" de trabajo en un promontorio frente a la Costa da Morte. Es conocida la incidencia que tuvo en su vida y obra el accidente del petrolero Prestige, cuyo vertido tóxico destruyó gran parte de sus esculturas, creaciones al aire libre que modelaba cerca de algunas de las playas afectadas por aquella catástrofe. Desde 2014 hay en marcha un proyecto que trata de recuperar su legado, forjado en el autodidactismo (al parecer era un lector empedernido). En este marco surge el trabajo en blanco y negro de Hermo, una colección de láminas mudas en las que se alternan diferentes tipos de planos para mostrar el proceso de construcción de su refugio, los hábitos de trabajo, algunas fotografías reales y el profundo y desolador impacto que produjo en el protagonista la llegada del chapapote a este rincón emblemático de la geografía gallega, representado también a través del troquel que abre la obra, una representación de la mirada asustada ante el desastre.
La artista pontevedresa Carmen Hermo condensa fragmentos de la vida y la obra de Manfred Gnädinger, mítico creador alemán fallecido a comienzos del siglo XXI, que estableció su "estudio" de trabajo en un promontorio frente a la Costa da Morte. Es conocida la incidencia que tuvo en su vida y obra el accidente del petrolero Prestige, cuyo vertido tóxico destruyó gran parte de sus esculturas, creaciones al aire libre que modelaba cerca de algunas de las playas afectadas por aquella catástrofe. Desde 2014 hay en marcha un proyecto que... Seguir leyendo
Man de Camelle
Conocí a Man -Mandred Gnädinger, O Alemán de Camelle (1936-2002)- y su museo en el verano de 1971. Entonces yo no tenía referencias sucientes para analizar su trabajo; era solo un adolescente. Sin embargo, pude intuir que aquel hombre alto y delgado, de aspecto famélico, de largo y lacio pelo dorado, muy bronceado, semejante al anacoreta estilita, que se cubría con un escaso taparrabos azul, escondía una especie rara de artista que, años más tarde, pude descubrir.