El recurso literario de la narración alterna por parte de dos de los protagonistas juveniles que intervienen en esta interesante novela ha sido utilizado con asiduidad por otros autores contemporáneos, sin embargo Nando J. López emplea con especial destreza esta técnica para incrementar la tensión e intriga en un relato que indaga en nuestros fantasmas e inseguridades, una incertidumbre que va in crescendo y que atrapará a todo tipo de lectores. La alternancia de tiempos y espacios facilita una narración fluida y adictiva que arranca con la noticia del incendio del instituto al que acuden los personajes principales. Como profundo conocedor de las inquietudes y del día a día de los adolescentes (avalado por su extensa labor como docente con este sector de edad), el autor denuncia la cobardía y el silencio de los intolerantes y apuesta por el compromiso y la empatía para desterrar acciones que causan miles y miles de damnificados cada año en el entorno escolar (y fuera de él) Una valiente denuncia del acoso (en cualquiera de sus formas) y de otras actitudes reprobables que constituyen una lacra en nuestras democracias, a través de una trama trufada de misterios que, al mismo tiempo, ayuda a conocer mejor, sin tapujos y con toda crudeza, determinados recovecos de la sociedad actual y la mala praxis que, a veces, se hace de las redes sociales, a pesar de ser un excelente medio de comunicación nacido para unir y nunca para separar. La novela incluye capturas de pantalla de Instagram para dar mayor veracidad al argumento y frecuentes alusiones a otras redes y funcionalidades del smartphone. Excelente propuesta para adolescentes escrita con prosa seductora.
El recurso literario de la narración alterna por parte de dos de los protagonistas juveniles que intervienen en esta interesante novela ha sido utilizado con asiduidad por otros autores contemporáneos, sin embargo Nando J. López emplea con especial destreza esta técnica para incrementar la tensión e intriga en un relato que indaga en nuestros fantasmas e inseguridades, una incertidumbre que va in crescendo y que... Seguir leyendo
En las redes del miedo
Ya son casi las doce y, como todas las malditas noches de junio en los últimos años, estoy encerrada en casa, intentando memorizar cientos de datos estúpidos para un examen, hasta que las sirenas y el ruido de la calle me interrumpen.
Abandono los apuntes, resignada a que jamás conseguiré hacerme con ellos, y me asomo a la ventana para averiguar qué sucede. Abajo, en mi portal, comienzan a reunirse algunos vecinos con esa misma intención. Desde aquí no puedo oírlos bien, así que recurro al móvil para informarme.