Pato tiene la mala suerte de vivir en una granja donde el dueño es un déspota y auténtico vago. Desde su permanente reposo come bombones y lee la prensa, sometiendo al pobre palmípedo  a realizar todo tipo de tareas, de forma intensiva, que en realidad deberían correr de su cuenta. Cargar ovejas, pastorear a las vacas, arreglar los desperfectos de los establos, recoger los huevos de las gallinas e incluso realizar las labores domésticas. Muerto de sueño y agotado recibe el consuelo de sus compañeros de corral quienes se conjuran para arreglar la situación. ¿En qué consistirá el plan? Una fábula, de aroma tradicional, que aboga por la ayuda mutua, la solidaridad y el poder de la amistad para hacer frente a la tiranía y la desidia. Aliñado por las cálidas ilustraciones de la veterana artista británica, fiel a los cánones estéticos que le han convertido en una de las más famosas dentro de la literatura infantil, los animales humanizados que protagonizan este relato conmoverán a los pequeños lectores con sus gestos y valientes decisiones.

Pato tiene la mala suerte de vivir en una granja donde el dueño es un déspota y auténtico vago. Desde su permanente reposo come bombones y lee la prensa, sometiendo al pobre palmípedo  a realizar todo tipo de tareas, de forma intensiva, que en realidad deberían correr de su cuenta. Cargar ovejas, pastorear a las vacas, arreglar los desperfectos de los establos, recoger los huevos de las gallinas e incluso realizar las labores domésticas. Muerto de sueño y agotado recibe el consuelo de sus... Seguir leyendo

Había una vez un pato que tenía la mala suerte de vivir con un granjero muy, pero que muy perezoso. Mientras el pato hacía todo el trabajo, el grajero se pasaba el día en la cama.
El pato traía la vaca del campo.

- ¿Cómo va el trabajo? -gritaba el granjero. Y el pato respondía:

- ¡Cua!