En esta excepcional partitura que Libros del Zorro Rojo nos propone destacan todos los intérpretes. La calidad del relato original, concebido por uno de los grandes representantes norteamericanos del romanticismo, se fusiona con la lírica excelsa que emana de la adaptación teatral que Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura y Premio Cervantes, estrenó a mediados de la década de los 50 del siglo XX. Su valor radica también en que está considerado el único texto en este formato firmado por el escritor mexicano. Al mismo tiempo, la edición está aderezada con las increíbles ilustraciones de Caruso, que alcanzan su máximo esplendor en el desplegable central, un inquietante tríptico en donde se adivina la influencia de grandes artistas como El Bosco o de la obra de Dante Alighieri. El trabajo gráfico es especialmente conmovedor, con láminas terroríficas que sondean el lado oscuro de la realidad combinadas con apuntes en grafito en donde se ofrecen detalles de esa fusión, al mismo tiempo poética y espeluznante, de cuerpo humano y raíces vegetales, entre otras creaciones. Esa composición troquelada a todo color sirve como frontera entre ambos textos, que desembocan en un epílogo centrado en glosar las visiones de ambas figuras fundamentales de la historia de la literatura, y que firma la escritora, poeta y traductora argentina María Negroni. La trama, de sobra conocida por los lectores más avezados, gira en torno a un científico perturbado que tiene bajo su tutela un jardín de plantas venenosas, vergel en el que ha experimentado durante el crecimiento de su hija para lograr que ella sea inmune a las toxinas.
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La hija de Rappaccini
ESCENA I
(El jardín sigue a obscuras. La habitación está iluminada por una luz dudosa; la cortina del balcón, corrida.)
ISABEL (entra y muestra la habitación):
- Al fin hemos llegado, mi joven señor. (Ante el silencio desanimado del joven). Hace años que nadie vive aquí y por eso le impresiona este aire de abandono. Pero usted le dará la vida. Los muros son grandes...