Igual que los protagonistas de esta historia disfrutaron tantas tardes de los inolvidables cuentos del abuelo, las autoras esperan que todos los lectores compartan sus propios relatos con sus mayores cuando estos ya no tengan fuerzas para hacerlo. Aquel hombre que ilusionó a sus nietos en la isla de los tres piratas, un parque cercano al hogar familiar, fabulando sobre “corsarios, tesoros perdidos y temibles lobos de mar” se ha convertido con el paso del tiempo, paradójicamente, en uno de ellos. Al menos así lo ven quienes más le quieren, a sabiendas de que es en esa transformación cuando los recuerdos alcanzan su máximo valor y deben recuperarse para no perder nunca la sonrisa. Una emotiva propuesta que fusiona memoria y fantasía para reforzar el vínculo afectivo entre abuelos y nietos. El álbum, ilustrado con una atractiva técnica que simula varias capas y texturas de cartón, supone un paso más en la consagración de Celej como una de las artistas gráficas más destacadas del panorama nacional. El texto rezuma sensibilidad y condensa con acierto la particular relación que mantienen los protagonistas y la magia que siempre desprende la narración oral, especialmente cuando son los seres queridos sus intérpretes principales.

Igual que los protagonistas de esta historia disfrutaron tantas tardes de los inolvidables cuentos del abuelo, las autoras esperan que todos los lectores compartan sus propios relatos con sus mayores cuando estos ya no tengan fuerzas para hacerlo. Aquel hombre que ilusionó a sus nietos en la isla de los tres piratas, un parque cercano al hogar familiar, fabulando sobre “corsarios, tesoros perdidos y temibles lobos de mar” se ha convertido con el paso del tiempo, paradójicamente, en uno de ellos. Al menos así... Seguir leyendo

Cada domingo, mi abuelo nos llevaba a mi hermano y a mí a la isla de los tres piratas, que era cómo él llamaba al parque que había al lado de casa.

Íbamos a nuestro banco favorito, el que le da el sol solo a medias, y allí nos embarcábamos a vivir grandes aventuras.