Como sus padres han decidido separarse, Juan pasa sus vacaciones con el excéntrico Tito, un bibliófilo empedernido que hace ruido cuando come y que teme a los osos de peluche. Ahí, escondido entre los miles de ejemplares de la biblioteca de su tío, el protagonista debe encontrar El libro salvaje, un ejemplar rebelde que se resiste a la lectura y que guarda entre sus páginas un secreto destinado al lector capaz de atraparlo. Esta búsqueda no será sencilla, pero contará con la ayuda de Catalina, una chica que le sugiere cosas que no sabía que podían gustarle y junto a quien descubrirá que las obras literarias se relacionan entre sí, pero sobre todo que establecen una relación especial con aquellos que se atreven a sumergirse en sus tramas. La enseñanza es clara: cada libro elige a su lector. Con más de un millón de ejemplares vendidos en América Latina y traducida a diez lenguas, la propuesta del reciente premio LIBER 2019 es una deliciosa reivindicación del placer que provocan las buenas historias.
Como sus padres han decidido separarse, Juan pasa sus vacaciones con el excéntrico Tito, un bibliófilo empedernido que hace ruido cuando come y que teme a los osos de peluche. Ahí, escondido entre los miles de ejemplares de la biblioteca de su tío, el protagonista debe encontrar El libro salvaje, un ejemplar rebelde que se resiste a la lectura y que guarda entre sus páginas un secreto destinado al lector capaz de atraparlo. Esta búsqueda no será sencilla, pero contará con la ayuda de Catalina,... Seguir leyendo
El Libro Salvaje
Voy a contar lo que pasó cuando yo tenía 13 años. Es algo que no he podido olvidar, como si la historia me tuviera tomado del cuello. Puede sonar extraño, pero incluso siento las “manos” de la historia sobre mí, una sensación tan precisa que hasta sé que se trata de manos con guantes.
Mientras la historia sea un secreto, me tendrá prisionero. Ahora que comienzo a escribir, experimento un ligero alivio. Las “manos” de la historia siguen sobre mí, pero un “dedo” ya se ha saltado, como una promesa de que estaré libre cuando termine.
Todo empezó con un olor a puré de papa. Mi madre hacía puré cuando tenía algo de qué quejarse o estaba de mal humor. Trituraba las papas con más esfuerzo del necesario, con verdadera furia. Eso la ayudaba a relajarse. A mí siempre me ha gustado el puré de papa, aunque en la casa tuviera sabor a problemas.