Un cuento lleva a otro cuento, y ese relato al posterior. Cada familia tañe una historia al anochecer para dormir a los más pequeños de la casa. Martín Conejo, que se retiraba al huerto a mirar las estrellas al caer el sol y luego se lo contaba a los gazapos en la madriguera. Flora Elefante, que escapaba al prado para ver alzarse, como un globo blanco, a la luna; Joaquina Pingüino que buscaba esas mismas imágenes desde un iceberg; Valentín Delfín, también fascinado por la bóveda celeste desde alta mar. Todos forman parte de historias que confluyen, arropadas por la luminiscencia de las imágenes y sus cálidas caracterizaciones, para proporcionar a las crías los mejores momentos del día antes de dormir. Porque la oscuridad trae consigo estas pequeñas aventuras encadenadas…
Un cuento lleva a otro cuento, y ese relato al posterior. Cada familia tañe una historia al anochecer para dormir a los más pequeños de la casa. Martín Conejo, que se retiraba al huerto a mirar las estrellas al caer el sol y luego se lo contaba a los gazapos en la madriguera. Flora Elefante, que escapaba al prado para ver alzarse, como un globo blanco, a la luna; Joaquina Pingüino que buscaba esas mismas imágenes desde un iceberg; Valentín Delfín, también fascinado por la bóveda celeste... Seguir leyendo
El cuento de la noche
Había una vez...
...Martín Conejo,
que cada tarde
se iba a descansar
a su bonito huerto.
Al apagarse el día,
se encendían las estrellas una a una,
y a lo alto del cielo subía
como un globo blanco a la luna.