El antropólogo Germán Castell ha desaparecido en los Andes centrales cuando se encontraba inmerso en una apasionante investigación sobre una cultura de la que apenas quedan vestigios. Sus cuatro hijos no dudan en afrontar la peligrosa búsqueda, que sirve como hilo conductor para que los lectores iniciemos un apasionante juego de pistas y acertijos, al estilo de las tradicionales yincanas literarias, y que su padre ha ido sembrando bajo el seudónimo de Tom Sawyer. Para ello tendrán la ayuda de un amigo de la familia, Huasca, el chamán del campamento del que parte la expedición La aventura es narrada por una de las componentes del grupo que da su particular visión sobre los hechos que van descubriendo. La autora utiliza este recurso para acercarse a los jóvenes y compartir desde otro punto de vista algunos detalles fascinantes de las culturas precolombinas, a la vez que ofrece un divertido espectáculo que recupera elementos propios de novelas y cómics de aventuras clásicas (el eclipse total, artesanías religiosas que se fusionan con cultos ancestrales, las pócimas "mágicas"...) Un inteligente y adictivo cóctel que precisa de una buena dosis de ingenio extra para ayudar a los protagonistas a tener un desenlace feliz. ¿Preparados para viajar a las profundidades de Bolivia y Perú?
El antropólogo Germán Castell ha desaparecido en los Andes centrales cuando se encontraba inmerso en una apasionante investigación sobre una cultura de la que apenas quedan vestigios. Sus cuatro hijos no dudan en afrontar la peligrosa búsqueda, que sirve como hilo conductor para que los lectores iniciemos un apasionante juego de pistas y acertijos, al estilo de las tradicionales yincanas literarias, y que su padre ha ido sembrando bajo el seudónimo de Tom Sawyer. Para ello tendrán la ayuda de un amigo de la familia,... Seguir leyendo
El Ojo del Inca
Andaba descalzo y sus pies eran tan peludos que me recordaron los de un hobbit. Varios collares de semillas le colgaban del cuello y se perdían bajo la tela raída de su poncho marrón. Se nos acercó con paso rápido y, cuando me miró con aquellos ojos tan negros, tuve la impresión de que nos conocíamos desde hacía mucho tiempo.