El señor Ponte está indignado con el restaurante al que ha acudido: ¡ha encontrado un pelo en su sopa! Ante la ausencia de explicaciones por parte de la camarera reclama, soberbio, la presencia de distintos integrantes de la cadena alimenticia para encontrar al poseedor del cabello moreno (¡puag!) que acaba de arruinar la sobremesa, y ¡amenaza con tirar el plato a la cabeza del culpable! Los “sospechosos” desfilan, uno a uno, frente al comensal y la tensión va en aumento para hilar una divertida reflexión en torno a las negligencias y la imperiosa necesidad que, a veces, algunos tienen de echar la culpa a los demás. El estilo de trazo limpio y sencillo, una atractiva evolución colorista del bosquejo inicial a lápiz con el que el autor suele dar los primeros pasos, trufado de personajes de corte caricaturesco y gestualidades exageradas, convierten el apartado gráfico en parte fundamental de esta historia acumulativa, ideal para leer y reír en la mejor compañía. Los dos autores, de larga trayectoria en el campo de la LIJ, ya habían colaborado con anterioridad en otro álbum, Cándido y los demás, que obtuvo el prestigioso Premio Internacional Compostela.
El señor Ponte está indignado con el restaurante al que ha acudido: ¡ha encontrado un pelo en su sopa! Ante la ausencia de explicaciones por parte de la camarera reclama, soberbio, la presencia de distintos integrantes de la cadena alimenticia para encontrar al poseedor del cabello moreno (¡puag!) que acaba de arruinar la sobremesa, y ¡amenaza con tirar el plato a la cabeza del culpable! Los “sospechosos” desfilan, uno a uno, frente al comensal y la tensión va en aumento para hilar una... Seguir leyendo
Se busca culpable
El señor Ponte no podía creerlo.
¡Había un pelo en su sopa!
- ¡Que venga la camarera! -gritó.
Y la camarera, con su mandil reluciente, atravesó el comedor hasta llegar a la mesa número doce.
- Si este pelo es tuyo -le dijo con firmeza- te tiraré el plato de sopa en la cabeza.
La camarera observó el pelo con detenimiento.