Sunwing
Shade volaba por el bosque con las alas en perfecto equilibrio. Los olmos, los arces y los robles desnudos brillaban a la luz de la luna, con las ramas colmadas de carámbanos. Debajo de él, yacían los árboles derribados, como esqueletos de bestias gigantes. Los crujidos de la madera al congelarse llenaban el aire y, a lo lejos, Shade oyó un fuerte chasquido cuando otra rama se rompió y cayó al suelo.