¿Imaginas un mundo "perfecto", tan previsible como aséptico, tan cómodo como falto de pasión y sentimientos? Ada no está dispuesta a seguir sometida a una rutina descorazonadora. Pero en el sector 7 no están permitidas las "disonancias". Los ciudadanos obedecen conscientes de su situación "privilegiada" y se han eliminado las pulsiones artísticas. El mundo, tal y como lo conocimos, ha muerto y ahora ciudades como Madrid solo son conjuntos ruinosos y altamente contaminados. Sin embargo la protagonista va a descubrir una realidad paralela en la que es posible recobrar la emoción que provocan las pinturas de los mejores artistas, la literatura, las melodías que nos hicieron vivir tantos sentimientos... Una distopía que censura la inacción y la comodidad, y que engarza en cierta forma con esas reflexiones que recientemente compartía en prensa el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, "La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado". Antes de que sea demasiado tarde, la escritora madrileña Rosa Huertas invita a los jóvenes a reflexionar a partir una ficción que ofrece pasajes en los que encontramos peligrosos paralelismos con la realidad; sintámonos vivos, culturalmente activos, críticos y ayudemos a Ada a mantener con vida esa "disidencia" que describe en su historia.
¿Imaginas un mundo "perfecto", tan previsible como aséptico, tan cómodo como falto de pasión y sentimientos? Ada no está dispuesta a seguir sometida a una rutina descorazonadora. Pero en el sector 7 no están permitidas las "disonancias". Los ciudadanos obedecen conscientes de su situación "privilegiada" y se han eliminado las pulsiones artísticas. El mundo, tal y como lo conocimos, ha muerto y ahora ciudades como Madrid solo son conjuntos ruinosos y altamente... Seguir leyendo
Disidentes
Un mundo perfecto...
Me llamo Ada y vivo en un mundo perfecto. Un mundo sin guerras, sin conflictos, casi sin enfermedades, donde cada cual está en su lugar y la tecnología nos permite avanzar siempre hacia la perfección. Pero el mundo no siempre fue así. Durante siglos, los humanos se dedicaron a matarse y destruir la Tierra, hasta llegar al borde la extinción.