Tomando como base el relato homónimo de Goethe, inspirador de numerosas versiones en muy variados formatos, la autora holandesa construye un elegante álbum en el que reflexiona sobre un valor humano crucial, la responsabilidad, a partir de la relación que se establece entre un brujo y un joven huérfano que pide ayuda en su casa acuciado por las desgracias. Tras una primera etapa fructífera de trabajo, respeto mutuo e ilusión, todo se tuerce al no cumplir la norma básica que el hechicero impuso durante una ausencia. Es realmente interesante el trabajo que ha desarrollado Muller en las ilustraciones y en la secuenciación de las mismas, jugando con las viñetas (con predominancia de las láminas de grandes dimensiones bajo las que se incluye la narración); e incluso aportando elementos propios del lenguaje del cómic, además de construir divertidas (a pesar de la creciente angustia que producen) escenas en las que el protagonista sufre la rebelión de los objetos. Trazos limpios y elegantes en escenas brumosas recuperan un poema que el compositor Paul Dukas llevó a su máximo esplendor gracias a la versión sinfónica estrenada a finales del XIX. A modo de anécdota señalar que la célebre película Fantasía de Walt Disney también tomaba fragmentos de esta obra para construir su trama. 

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