Recorrer sabores es, al mismo tiempo, una excelente forma de viajar a distintos lugares del mundo, porque los aromas y texturas ligados a cada plato que aparece sobre la mesa son la deliciosa carta de presentación de cada cultura. Las reuniones de los primos en torno a ese foro maravilloso que es la casa de la abuela constituyen un emotivo retrato sentimental del tiempo pasado. Como en una selección natural, los asistentes sabían que hasta los quince años no podrían acceder a las "famosas sillas rojas" y debían permanecer sentados en las duras banquetas asignadas a los niños. Una vez con "derecho" a formar parte de la insigne cofradía dominical, los componentes comenzaron a crecer y a convertirse en insólitos aventureros (a medio camino entre la realidad y la ensoñación); y al mismo tiempo embajadores de tierras lejanas que permitieron, por fin, apreciar la colección de recetas que desfilaban sobre el mantel. Un bellísimo relato sobre el paso de la infancia a la madurez, el amor fraternal y, por supuesto, la mejor gastronomía. En el epílogo de la obra se describen los componentes y algunas curiosidades de todas las viandas protagonistas, desde el lenguado a la meunière hasta el mote con huesillos, pasando por propuestas tan populares como el risotto, las enchiladas, la fideuá, el ramen o el ceviche. ¿Qué plato habría elegido la propietaria de la décima silla?
Recorrer sabores es, al mismo tiempo, una excelente forma de viajar a distintos lugares del mundo, porque los aromas y texturas ligados a cada plato que aparece sobre la mesa son la deliciosa carta de presentación de cada cultura. Las reuniones de los primos en torno a ese foro maravilloso que es la casa de la abuela constituyen un emotivo retrato sentimental del tiempo pasado. Como en una selección natural, los asistentes sabían que hasta los quince años no podrían acceder a las "famosas sillas rojas" y... Seguir leyendo
El comedor de la abuela
Nueve sillas heredó mi abuela. Habían sido de la madre de su madre,
y todos en la familia nos sentábamos allí, en su comedor,
a disfrutar de los manjares que sus manos preparaban cada domingo.