Malvarina, sus amigos Tristán y Lila, y las brujas maléficas, Cornelia, Clío y Musgo, regresan con nuevas aventuras tras el incuestionable éxito de las anteriores entregas entre los lectores de seis a ocho años. En este capítulo la protagonista sigue ejerciendo como bruja oficial del pueblo a través de un consultorio que tiene gran calado entre los habitantes. Fuera del horario oficial llega a este peculiar dispensario Teodora, una chica menudita con una maleta del tamaño de un monedero, en busca de trabajo. Desde el primer momento trata de ganarse la confianza del personal demostrando algunas extraordinarias cualidades, como su capacidad para preparar desayunos inolvidables. Pronto se instala a vivir en la Casita Malva y comienza a ejercer como ayudante de la pequeña hechicera dando lugar a un completo catálogo de divertidas e insólitas situaciones ambientadas en el bosque encantado y que, como no, vuelve a tener su némesis en las acciones de las terribles trillizas que tan bien conocen los seguidores de la serie. ¿Es la nueva colaboradora realmente de fiar? La artista italiana Laura Proietti ha sabido recrear los escenarios y características propias de la saga, nacida de la imaginación de Susanna Isern y en la que se insertan algunos homenajes a títulos clásicos vinculados a arquetipos del género fantástico, introduciendo al mismo tiempo grandes dosis de humor y referencias que hacen las delicias de los lectores.
Malvarina, sus amigos Tristán y Lila, y las brujas maléficas, Cornelia, Clío y Musgo, regresan con nuevas aventuras tras el incuestionable éxito de las anteriores entregas entre los lectores de seis a ocho años. En este capítulo la protagonista sigue ejerciendo como bruja oficial del pueblo a través de un consultorio que tiene gran calado entre los habitantes. Fuera del horario oficial llega... Seguir leyendo
Malvarina 3
¿Por dónde íbamos...?
Después de que las tres brujas malvadas me enseñaran todos sus trucos para convertirme en bruja, regresé a Villagrís con dos nuevos amigos: Tristán, el niño embrujado y convertido en ogro cincuenta años atrás, y Lila, mi conejita morada. Una vez en casa colgué en la puerta el cartelito de Bruja en Prácticas y la lie como nunca en el pueblo con mis hechizos de principiante.