Un relato polifónico y, por su trasfondo, tan crudo como necesario. A través de diversas miradas conocemos una situación que, todos los que trabajan en el ámbito escolar, saben que sigue produciéndose, a pesar de poner todas las medidas para que no ocurra. Alguien nuevo ha llegado a clase y es rechazado por el grupo. Es distinto, "raro", diferente... Condenado al juego en soledad. Con una inteligente puesta en escena, el narrador muestra los sentimientos y emociones de los implicados, y la evolución de sus recuerdos y emociones a lo largo del tiempo. Solo el análisis certero y la empatía permiten corregir y eliminar lacras como el acoso escolar. Las impresionantes ilustraciones creadas por la artista italiana Giulia Landonio, fusión de óleo y lápiz, muestran con todo su dramatismo las consecuencias de la discriminación, del miedo al desconocido. Aunque la progresión de la historia permite disfrutar también de otros momentos de luz a medida que los personajes y contextos cambian, el retrato sombrío y grisáceo de esa vivencia de tantos y tantos niños en el mundo es un fiel reflejo de la realidad y una llamada de atención para los lectores, firmado por el siempre brillante escritor mexicano Antonio Malpica.
Un relato polifónico y, por su trasfondo, tan crudo como necesario. A través de diversas miradas conocemos una situación que, todos los que trabajan en el ámbito escolar, saben que sigue produciéndose, a pesar de poner todas las medidas para que no ocurra. Alguien nuevo ha llegado a clase y es rechazado por el grupo. Es distinto, "raro", diferente... Condenado al juego en soledad. Con una inteligente puesta en escena, el narrador muestra los sentimientos y emociones de los implicados, y la evolución de sus... Seguir leyendo
El otro
Un día como cualquier otro, de mediados de curso,
llegó a nuestro colegio un niño nuevo.
Era raro. Era distinto. Y no hablaba bien nuestro idioma.
Como era de esperarse, a la hora de jugar en el patio,
se quedó solo. Me dio un poco de pena.
A L también. Y a J. Por eso le preguntamos a M,
que era el jefe de la pandilla, si lo invitábamos a jugar.
Dijo que no.
Así que el niño nuevo siguió solo.