La secta del Rigor Mortis
Esa tarde habíamos quedado en mi casa, por ser equidistante de las de mis amigos y porque, como casi siempre, mi padre estaba de viaje y allí podíamos hablar tranquilamente.Planas y Marijuli ya habían llegado, hacía unos minutos. Así que sólo faltaba Nicasi Urgull. Se me hacía raro porque había sido él, precisamente, quien había convocado aquella reunión por una razón tan urgentísima como misteriosa. Aún resonaba en mis oídos la conversación telefónica que habíamos mantenido poco antes de la hora de comer... UN ASUNTO FAMILIAR
-Dígame...
-Gil Abad, tengo un problema –me había soltado sin preámbulo alguno.