Beatriz Giménez, Premio Nacional de LIJ, nos introduce con su mágica narrativa en el universo de Vallande, una aldea que se distribuye en unas pocas casas bajas diseminadas en la falda de un monte y, sin embargo, escenario catalizador de sueños. Bobo acaba de cumplir dieciocho y el hada Plinia, poco antes de morir, augura el comienzo de su nueva vida. Está preparado, es distinto a los demás y está lleno de luz, momento de recorrer los cuarenta mil pasos que le distancian de ese emblemático destino. En el camino se cruza con una niña, Selva, que le espera tras vislumbrar ese punto de encuentro en sueños. La pequeña transforma su nombre en Babbo, "papá" en italiano, tal vez para buscar bajo su alero el cobijo y protección que añora en un mundo en el que se encuentra completamente sola. El protagonista sigue la corriente de la joven, que presenta a Babbo a los parroquianos del lugar como el nuevo maestro y ese inesperado docente cambiará con su magisterio disruptor, trufado de referencias literarias y habilidades increíbles (simbolizadas en, por ejemplo, la relación que mantiene con los pájaros); todos los mimbres de la convivencia y las etiquetas que pesan sobre el alumnado del lugar. Para un lugar tan carente de novedades, la llegada de ambos supone toda una revolución. Juntos configuran una complicidad a base de lecturas y sentimientos compartidos que confluyen en las historias que allí escuchan a Tabú sobre los malvados hombres de Mangiafuoco, enigmáticos personajes que siguen el rastro de los protagonistas en Cascajares del Sapo, pueblo del anterior maestro; que condicionan y transforman todo el relato, poblado de simbolísmos. La autora, siempre sobresaliente en creatividad, nos regala un mundo sabroso en matices, en el que aventura y magia se dan la mano para despertar la imaginación de todos los lectores que se unan a la travesía.

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