La incursión que Mónica Rodríguez, una de las más destacadas autoras de LIJ del panorama actual, hace en el teatro infantil ha obtenido gran éxito en sus adaptaciones sobre las tablas en las primeras experiencias llevadas a cabo en la Comunidad de Madrid. Y la realidad es que da igual el género que elija, la narrativa de la asturiana, impregnada aquí de humor absurdo, ironía y dinamismo, convierte cualquier propuesta en una adictiva sucesión de escenas, aunque pueda despertar "temores" iniciales a lectores neófitos en el arte de la dramaturgia. El director de un circo quiere salvar la maltrecha economía de todos los implicados en la función vendiendo el espectáculo a la empresaria doña Rosa, pero la mise en place es un descacharrante despropósito (el presentador no sale, porque no tiene quien le presente; dos domadores de caballos deben interpretar su parte sin corceles, los tramoyistas dudan sin son contingentes o necesarios...) La historia es un filón de referentes de la cultura popular, pequeños homenajes y guiños que la autora inserta y que forman parte de la educación sentimental de anteriores generaciones (las gemelas Pili y Mili, aquí siamesas; frases de la película "Amanece que no es poco", de José Luis Cuerda; el inolvidable "¿Cómo están ustedes?" con el que iniciaban su actuación Miliki y compañía; Pinito -en recuerdo de Pinito del Oro, Premio Nacional de Circo y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes-; la maga "Tamariza"...); también de bromas y juegos con el lenguaje, de gags y, al mismo tiempo, melancólicas reflexiones sobre la desintegración de un espectáculo que llenó las infancias y adolescencias de miles de niños y jóvenes tiempo atrás, aunque en esta ocasión el final, lleno de positivismo, dibuja una sonrisa de esperanza. La artista vallisoletana Laufer pone luz y color, como merece el show circense, a las divertidas situaciones que se suceden en la trama. 

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