Un día, el artista monocromo abandonó el estudio para emprender un viaje al otro lado del océano. Desde el globo intuyó, pronto, que aquella tierra desconocida destilaba secretos, colores, olores y texturas especiales. Sin pensarlo se dejó seducir, bañándose en ríos amarillos, probando nuevos sabores, empapándose del caleidoscópico escenario al que había llegado hasta el punto de, recorriendo su presente y pasado, transformar su concepción gráfica y descodificar símbolos que parecían incomprensibles. Al igual que antes le pasó a Kipling ("Uno no puede resistir el encanto de África"); Hemingway ("Nunca tuve un día en África en el que al despertar no fuera feliz"), Javier Reverte ("África tiene un aura especial y la tersura de un sueño infantil"); y tantos y tantos creadores, en todos los campos, a lo largo de la historia, el autor -y su alter ego, el protagonista-; de este inspirado ejercicio de exploración gráfica -del blanco y negro a la explosión del color-; comparte su pasión por una tierra tan cercana pero, al mismo tiempo, muchas veces lejana en un metafórico álbum que simboliza a la perfección el intrincado recorrido que deben transitar los escritores e ilustradores para encontrar su propio camino y sello personal.
Descubre más obras de Ramón Trigo con nosotros
Un día, el artista monocromo abandonó el estudio para emprender un viaje al otro lado del océano. Desde el globo intuyó, pronto, que aquella tierra desconocida destilaba secretos, colores, olores y texturas especiales. Sin pensarlo se dejó seducir, bañándose en ríos amarillos, probando nuevos sabores, empapándose del caleidoscópico escenario al que había llegado hasta el punto de, recorriendo su presente y pasado, transformar su concepción gráfica y descodificar... Seguir leyendo
LABERINTO
En el taller de pintura, a pesar de mis esfuerzos , el resultado era monocromo.
Me debatía entre el gris oscuro y el negro intenso.
Hasta que emprendí aquel viaje...