Dulcinea y su padre viven en el campo, muy cerca del bosque, son autosuficientes gracias a la amplia variedad de recursos animales y vegetales de los que disponen. Pero si alguna vez faltase algo, la consigna está clara: jamás hay que adentrarse en el bosque, ya que todo el mundo sabe que allí reside una peligrosa bruja. A pesar de las recomendaciones es el propio padre el que infringe las reglas con una justificación comprensible (es el cumpleaños de la pequeña y necesita arándanos para hacer su merienda preferida). Tal y como imaginaba se produce un encuentro con la hechicera quien, caprichosamente, transforma al padre en un árbol. ¿Cómo hará la niña para revertir el sortilegio? ¿Es posible engañar de alguna forma a la malvada antagonista para que abandone la mala senda? Con hechuras de cuento tradicional, el prolífico y reconocido autor alemán construye un relato a la antigua usanza, con personajes arquetípicos y situaciones reconocibles de los cuentos de hadas, otorgando todo el protagonismo a la joven, tan valiente como resolutiva gracias a su ingenio. Las ilustraciones se distribuyen a lo largo del texto en diferentes tamaños, modeladas en tricromía y desprovistas de ornamentos escénicos innecesarios.
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Dulcinea y su padre viven en el campo, muy cerca del bosque, son autosuficientes gracias a la amplia variedad de recursos animales y vegetales de los que disponen. Pero si alguna vez faltase algo, la consigna está clara: jamás hay que adentrarse en el bosque, ya que todo el mundo sabe que allí reside una peligrosa bruja. A pesar de las recomendaciones es el propio padre el que infringe las reglas con una justificación comprensible (es el cumpleaños de la pequeña y necesita arándanos para hacer su merienda... Seguir leyendo
DULCINEA EN EL BOSQUE EMBRUJADO
Érase una vez una niña que se llamaba Dulcinea.
Dulcinea vivía con su padre en una casa junto a un bosque.
Tenían una vaca para la leche, gallinas para los huevos y en el jardín crecían árboles frutales y arbustos de bayas.
También tenían una pequeña huerta para cultivar patatas y zanahorias.
Y, si echaban algo en falta, se iban de compras a la ciudad.