Elmer Campos es un inadaptado social que ve iluminado el presente con la irrupción, en su procrastinadora vida, de un preciado recuerdo de la niñez: su oso Limoncito, que evoca aquellos días dorados, a modo de coach emocional, para hacerle ver los valores que ha perdido y que siempre demostró poseer. ¿Dónde quedó aquella valentía y decisión ante las adversidades (como el día en que se enfrentó al perro de la señora Sputnik para defenderle)? Pero al huir de la previsible reacción negativa del protagonista, ante su insistente llamada a la acción, conduce a Elmer hasta el viejo taller en el que, generación tras generación, se han fabricado peluches idénticos para arrancar las mejores sonrisas de niños de todo tiempo y lugar. Un hallazgo que le convence de la necesidad de iniciar un cambio que, seguro, aportará felicidad en muchos hogares... Sáez Castán, Premio Nacional de Ilustración en 2016, ofrece una interpretación tan personal como fiel de los tradicionales cuentos navideños, una historia de redención y transformación que ahonda en sentimientos contrapuestos y transita entre la frustración y la soledad para, paradójicamente, sembrar la semilla de la belleza, la bondad y la alegría. Seguramente suscite en el lector, tal y como lo hizo en su día, hace más de catorce años, emociones confrontadas, pues no participa de muchas de las convenciones de los libros infantiles. No obstante, vale la pena compartir la propuesta con los pequeños de la casa y que sean ellos mismos quienes la valoren.
Elmer Campos es un inadaptado social que ve iluminado el presente con la irrupción, en su procrastinadora vida, de un preciado recuerdo de la niñez: su oso Limoncito, que evoca aquellos días dorados, a modo de coach emocional, para hacerle ver los valores que ha perdido y que siempre demostró poseer. ¿Dónde quedó aquella valentía y decisión ante las adversidades (como el día en que se enfrentó al perro de la señora Sputnik para defenderle)? Pero al huir de la... Seguir leyendo
Limoncito. Un cuento de Navidad
¡Qué animadas estaban las calles aquella Nochebuena!
La gente se agolpaba frente a los escaparates o paseaba sonriente saludando a los conocidos. Todos parecían felices.
¿Todos? Bueno, casi todos. A las afueras de la ciudad vivía un individuo olvidado por todo el mundo...