![]() LOS OJOS DEL VIENTO
Tras obtener premios tanto en el ámbito de la literatura infantil (Algar de Álbum ilustrado, con "Cuando nuestra casa se partió"); como del juvenil (Gran Angular de SM con "Hoy honramos a los vivos"), la docente y escritora burgalesa Marina Aguirre regresa con una novela orientada a lectores preadolescentes en la que teje una breve pero intensa y emotiva historia ambientada en Lo-Mustang, una pequeña aldea enclavada en la cordillera del Himalaya. A través de una secuenciación estructurada en pequeños capítulos, conocemos cómo la avaricia y el egoísmo arruinaron el futuro del pueblo al provocar que, varias generaciones atrás, las manadas de caballos abandonasen la zona, quedando sus habitantes encerrados bajo la niebla y sin futuro en el valle. Ahora el contacto entre humanos y estos animales genera incertidumbre por ambas partes, por eso cuando Viento, un corcel nacido entre los potros salvajes que ha sido abandonado, aparece en el poblado, solo Ro, el niño ciego, se atreve a entablar amistad. La relación, descrita con sensibilidad y belleza, demuestra que esa unión entre humanos y animales puede abrir los senderos necesarios para superar los males que provocaron la situación anterior. Gracias a las exploraciones conjuntas, los habitantes comienzan a seguir sus pasos y certifican que, al igual que existen hombres egoístas y avariciosos, también hay personas amables y comprometidas con los demás. La edición incluye una colección de láminas a página completa y variados detalles gráficos como apéndice a cada episodio, firmados por la galardonada artista argentina Martina Trach.
Tras obtener premios tanto en el ámbito de la literatura infantil (Algar de Álbum ilustrado, con "Cuando nuestra casa se partió"); como del juvenil (Gran Angular de SM con "Hoy honramos a los vivos"), la docente y escritora burgalesa Marina Aguirre regresa con una novela orientada a lectores preadolescentes en la que teje una breve pero... Seguir leyendo
LOS OJOS DEL VIENTO
![]() UN NACIMIENTO La luna estaba ya alta cuando Arcilla se puso de parto. Helaba y los riscos oscuros se veían brillantes por el hielo. Nadie esperaba la llegada del potrillo. No tan pronto. - ¡Ya llega! -avisó la yegua roja, y la manada se detuvo. Llevaban muchas horas caminando y habían recorrido solo a medias un camino que los debía llevar hasta una zona donde aún quedara algo de pasto.
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