Cuentos de Andersen
No hay nadie en este mundo que conozca tantos cuentos como el Cuentacuentos. Sí, señor, ¡él sí que sabe contar cuentos maravillosos de verdad!
El Cuentacuentos llega por la noche, cuando los niños están sentados a la mesa, o tal vez en sus sillitas. Sube las escaleras de puntillas y, sin hacer nada de ruido, abre la puerta despacito y luego les rocía los ojos con un finísimo polvo de estrellas. Los niños no lo ven porque apenas si pueden mantener los ojos abiertos. El Cuentacuentos se acerca en silencio a sus espaldas, les sopla suavemente en la nuca y a los niños les entra el sueño.