El príncipe de un pequeño reino decide intentar contraer matrimonio con la hija del emperador. Le envía regalos para lograr enamorarla. Sin obtener resultado alguno, pero fiel a su objetivo, decide hacerse pasar por un buscador de trabajo ante el emperador. El emperador lo contrata para que cuide de los cerdos. Como porquerizo imperial decide crear un instrumento y cantar para llamar la atención de la princesa. Logra su propósito pero ella sólo juega con él y se burla, hasta que descubre de quién se trata en realidad, quizás demasiado tarde. El príncipe de un pequeño reino decide intentar contraer matrimonio con la hija del emperador. Le envía regalos para lograr enamorarla. Sin obtener resultado alguno, pero fiel a su objetivo, decide hacerse pasar por un buscador de trabajo ante el emperador. El emperador lo contrata para que cuide de los cerdos. Como porquerizo imperial decide crear un instrumento y cantar para llamar la atención de la princesa. Logra su propósito pero ella sólo juega con él y se burla, hasta que descubre de quién se trata en realidad, quizás demasiado tarde.

El porquerizo

Érase una vez un príncipe que poseía un reino muy, muy pequeño, pero que, por otra parte, era lo suficientemente grande como para que el príncipe pudiese casarse. Y este príncipe quería contraer matrimonio, lo deseaba fervientemente.
Sin embargo, no dejaba de ser un poco atrevido que fuese él, precisamente, quien quisiera formular la pregunta a la hija del emperador: ¿Desearías ser mi esposa?