Miguel Strogoff
–Un nuevo despacho, Majestad.
–¿De dónde viene?
–De Tomsk.
–¿Los hilos están cortados más allá de esta ciudad?
–Están cortados desde ayer.
–Enviad un telegrama a Tomsk cada hora, general, y tenedme al corriente.
–Sí, señor –respondió el general Kissoff.
Tales palabras se intercambiaban a las dos de la mañana, en el momento en que la fiesta, celebrada en el Palacio Nuevo, se hallaba en todo su esplendor.