Don Caballito de Mar
El señor y la señora Caballito de Mar paseaban un día por el fondo del mar cuando doña Caballito de Mar empezó a retorcerse y a dar saltitos de acá para allá.
«Creo que ha llegado el momento de que deje caer los huevos», dijo.
«¿Puedo ayudar en algo?», preguntó don Caballito de Mar.
«Claro que sí, muchas gracias», respondió Doña Caballito de Mar; y depositó los huevos en una pequeña bolsa que don Caballito de Mar tenía en la barriga.
«Muy bien. Prometo cuidar de ellos», dijo él.