Doce preguntas a un piano
María ya no es una niña. Hoy cumple catorce años. «Eres toda una mujer», le ha dicho su padre por la mañana, y la ha abrazado tiernamente, sin mirarla a los ojos. Luis, su padre, es alto, fuerte, esbelto, aunque ahora tiene un aspecto desaliñado. María ha apoyado la cabeza sobre el pecho de él, con la oreja pegada a la camisa semiabierta y arrugada, y ha escuchado los latidos del corazón, que sonaban lejanos y cansados, como el triste tañido de la campana de una ermita perdida entre montañas. Un casi imperceptible sollozo ha reverberado en el esternón, acariciando el oído de María como un gatito que tiembla al contacto, sacudido por un suave calambre.