Onga Bonga
Nadie conseguía que Luisa dejara de llorar.
Su mamá lo intentó.
La cogió en brazos y le cantó una nana.
Pero no sirvió de nada.
Luisa siguió llorando hasta que sus lágrimas
corrieron como ríos hacia el mar.
Su papá lo intentó.
La meció suavemente en sus brazos
y le murmuró palabras dulces al oído.
Pero no sirvió de nada.
Luisa siguió llorando hasta que sus gritos
hicieron caer los cuadros de la pared.