El amigo indio
A pocos kilómetros de mi casa, se encuentra la reserva india de Chicutimi, un parque natural de varios centenares de hectáreas, con sólo algunas casas y dos o tres comercios. Solía pasar cerca de ella con mi bicicleta. En aquella época -acababa de cumplir ocho años- no tenía demasiadas ganas de entrar en la reserva. Ya veía bastantes indios en la ciudad: venían a menudo en coche para ir a la lavandería, o para comprar un simple paquete de cigarrillos. Llevaban más o menos la misma ropa que nosostros, iban en los mismos coches americanos o en enormes caravanas.