Un dog en la family
La mañana en que dejaron a Bobo atado a la puerta de nuestra casa, hacía un auténtico día de perros. Llovía como si hubieran abierto de par en par el grifo de la ducha que hay en el cielo. Claro que eso a mí me da igual, porque yo nunca salgo a pasear.
Miguel lo encontró junto a la puerta, echado sobre la alfombra que sirve para limarme las uñas y para que mis amos se limpien la suela de los zapatos