Desde luego, las adivinanzas son estimulantes para la imaginación de todas las edades, pero este libro es especial. Los veinte ilustradores que dan forma artística a las adivinanzas seleccionadas por Sergio Lairla se adentran en las entrañas psicológicas del acertijo y colaboran poniendo la cara y la cruz de las soluciones, que a su vez son convertidas por el autor en una especie de entradas para un diccionario de las cosas ambiguas. Arte y literatura, juego y crítica social, anverso y reverso de lo oculto, carnaval de sugerencias.
Desde luego, las adivinanzas son estimulantes para la imaginación de todas las edades, pero este libro es especial. Los veinte ilustradores que dan forma artística a las adivinanzas seleccionadas por Sergio Lairla se adentran en las entrañas psicológicas del acertijo y colaboran poniendo la cara y la cruz de las soluciones, que a su vez son convertidas por el autor en una especie de entradas para un diccionario de las cosas ambiguas. Arte y literatura, juego y crítica social, anverso y reverso de lo oculto, carnaval de sugerencias.
Adivina, adivinanza. 20 acertijos de cara y cruz
«La adivinanza es a la poética como el huevo es a la gallina».
El origen de las adivinanzas se remonta lejos en el tiempo; algunos dicen que hasta el Antiguo Imperio Chino. Aunque también se sabe que, mucho antes, los egipcios las utilizaban en sus ritos sagrados. De ellas queda testimonio en los jeroglíficos de las pirámides. Algunos acertijos han llegado a sobrevivir de forma increíble a través de los siglos. El más famoso de la historia tiene más de 2.500 años y lo cantaba la esfinge de la ciudad de Tebas, en la época de la Grecia Clásica. Según el gramático Apolodoro, éste decía así:«¿Qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres?»