Un libro para leer en voz alta a los que tenemos a nuestro alrededor, a los que más queremos hacer reír. Un bestiario sin desperdicio que nos invita a participar del humor más dislocado y a mirar con mayor intensidad para descubrir, por ejemplo, que: "La vaca tiene muy mala memoria, por eso mastica dos veces. A la segunda se le llama rumiar". O constatar que al ave palmípeda llamada ganso: "... no le queda otro remedio que hacer el ídem para que no lo confundan con un pato, con un cisne o con una comadreja".
Un libro para leer en voz alta a los que tenemos a nuestro alrededor, a los que más queremos hacer reír. Un bestiario sin desperdicio que nos invita a participar del humor más dislocado y a mirar con mayor intensidad para descubrir, por ejemplo, que: "La vaca tiene muy mala memoria, por eso mastica dos veces. A la segunda se le llama rumiar". O constatar que al ave palmípeda llamada ganso: "... no le queda otro remedio que hacer el ídem para que no lo confundan con un pato, con un cisne o con una comadreja".
Hasta (casi) 100 bichos
Todos mis amigos y conocidos saben de mi cariño por los animales, por todos los animales. Ya tengan dos patas, tres, cuatro o cien. Me encantan.
Nadie quiere venir a mi casa porque temen ser mordidos por Maika, una serpiente pitón de más de tres metros de longitud; cuando no, acorralados por Óscar, un león nacido en Tanzania; o atravesados por Delicado, un puerco espín que me traje de un viaje a Asia Central; o golpeados por un balonazo de Rafa, mi hijo, que tiene una pierna izquierda que ya la quisiese algún jugador de Primera División.