Desde hace unos años asistimos a la irrupción de nuevos agentes en la cadena del libro, sugerentes e innovadoras propuestas lideradas -en su gran parte- por jóvenes mujeres que viralizan sus recomendaciones literarias a través de la red social más popular entre los adolescentes (con permiso de TikTok). Es el movimiento bookstagram.
Durante las dos últimas ediciones de la Feria del Libro de Madrid (FLM), en el encuentro de booktubers y bookstagrammers organizado por el Ayuntamiento de Vitoria celebrado en 2019; las anteriores jornadas Readmagine en Casa del Lector, o a través del proyecto forjado junto a la agencia Archetype y diversos escritores para reinterpretar algunos clásicos a nuevos ritmos; la Fundación Germán Sánchez Ruipérez ha apostado por esta nueva vía para dar a conocer a las prescriptoras literarias más influyentes de la actualidad en el ámbito de las redes sociales.
Este camino que hemos abierto tiene como objetivo descubrir las múltiples ventajas que ofrece ese medio, y visibilizar la labor que realizan muchas jóvenes (en muchos casos de forma anónima, escondidas tras un nick), que han conseguido generar un inmenso volumen de lectores adolescentes agrupados en comunidades virtuales complementarias y que acuden en masa a los eventos relacionados con este fenómeno.
Los dos primeros encuentros oficiales, a nivel nacional, fueron organizados para la FLM y supusieron un éxito de convocatoria, llamaron la atención de medios informativos como RTVE o el periódico digital El Diario.es; y demostraron que se trata de un recurso que ha trascendido territorios hasta incorporarse en las políticas de marketing habituales en las editoriales.
Bookstagram ha cambiado la forma de comercializar y leer la novela juvenil. Los hashtags, las composiciones artísticas en torno a los distintos elementos que tejen la trama de un libro, los retos, las preguntas sobre el argumento o los personajes que lanzan las bookstagrammers a sus usuarios y, sobre todo, la larga lista de comentarios (al 99% respetuosos y ligados a la cuestión literaria), que se genera en torno a cada publicación, convierten Instagram en epicentro literario para muchos chicos y chicas de hoy.
Encontrar libros apetecibles desde el smartphone es posible gracias a chicas que, en muchos casos, han dado el salto a la creación literaria transformándose en escritoras (puedes consultar los cursos y ponencias de los "especialistas" en este sector de edad generados desde FGSR para descubrir sus nombres); una comunidad en la que abundan, especialmente, los fans de la literatura fantástica, laboriosas propuestas estéticas que, si bien pueden aparentar menos trabajo previo y posterior que en el caso de los vídeos para la comunidad booktuber, en la realidad exigen tanta o más dedicación.
Aunque sus ingresos, con respecto a esa otra gran corriente, aún son mucho menores para sus protagonistas, las editoriales están empezando a tomarse muy en serio ese aspecto de la publicidad, reclutando especialistas o introduciendo propuestas a través de envíos patrocinados (sobre todo en el ámbito internacional) Estas obtienen un claro beneficio, el de escuchar las demandas y opiniones de los lectores, que se muestran interesados o no exponiéndo sus sentimientos en el hilo de comentarios que provoca cada publicación en IG; y el de asegurar una difusión de calidad para cada estreno, teniendo siempre la certeza de que estará liderada por una persona que va a tratar con elegancia y conocimiento portadas y contenidos. Pero para llamar la atención de editoriales los perfiles deben alcanzar un determinado número de seguidores.
Los autores/as también han implementado algunos aspectos de esta revolución en determinadas propuestas literarias. Siempre atentos a la actualidad (todos recordamos tramas literarias en las que se incluía el lenguaje habitual de aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp hace unos años, cuando tuvo lugar su explosión); numerosos escritores se hacen eco de las virtudes o metodologías de esta red social en sus historias; al mismo tiempo los editores instan a sus creadores a inaugurar perfiles privados en esa comunidad para llegar a un mayor número de lectores y participar de sus debates.
Las propias editoriales han desembarcado, unas con más acierto que otras, en el campo de IG; pequeñas, independientes e inmensos grupos editoriales estrenan perfiles que combinan metodologías clásicas (basadas en la imagen de sus novedades o de los eventos que organizan); con otras más disruptoras (gracias especialmente a IGTv y las stories)
Librerías, bibliotecas, e incluso aquellas vinculadas al ámbito escolar, también poseen cuenta en IG y se han unido a la "revolución" Instabook, generando un nuevo espacio de encuentro que permite llevar la literatura infantil y juvenil a nuevos escenarios inimaginados.
Como citábamos, FGSR colaboró con Instagram en la reeleboración de propuestas sobre títulos clásicos de la mano de tres autores de ámbito juvenil (Roy Galán, David Lozano y la booktuber May R. Ayamonte) y dos ilustradoras (Susie Hammer y A. Aradilla); q ue salieron publicadas a través del diario digital 20 minutos. En el ámbito internacional, y a escala mayor, la Biblioteca Pública de Nueva York lanzó las famosas InstaNovels, un proyecto que deconstruye novelas clásicas mediante la herramienta Instagram Stories. En ambos casos el objetivo fue descubrir determinados aspectos de aquellas historias para las nuevas generaciones de lectores utilizando su modus operandi habitual.
En los próximos meses FGSR seguirá investigando en este camino a través de sus proyectos encaminados al público juvenil.
[Imagen de portada: Patricia Bema]
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