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Técnicas y recursos para la comprensión lectora (Primera parte)

Presentamos algunos de los procedimientos didácticos más corrientes y eficaces para facilitar el desarrollo de la comprensión de textos breves en el aula. En primer lugar ofrecemos algunas pautas e ideas para ayudar a comprender cualquier escrito (del libro de texto o de lecturas), sin excesiva preparación, destacando lo que hay que hacer antes de leer, durante la lectura y en la relectura. A continuación proponemos otras tareas que exigen usar tipos de texto particulares o técnicas didácticas más elaboradas. También incluimos al final algunas propuestas de formación del lector. Sugerimos tanto propuestas basadas en la investigación psicolingüística como en el análisis del discurso, pero nos centramos exclusivamente en la comprensión de significados, dejando para otra ocasión los aspectos más mecánicos de la lectura: entrenamiento visual, descodificación, corrección de hábitos de vocalización, etc.

Para prepararse
Muy raramente leemos sin propósito, ignorando el tema del texto o sin expectativas respecto a lo que encontraremos. Por ello es importante realizar actividades para contextualizar el texto, activar los conocimientos previos, anticipar lo que se va a comprender y ofrecer motivos para leer. Éstas suelen tener dos pasos: en el primero el docente da datos sobre lo que se va a leer y en el segundo el aprendiz anticipa aspectos de la lectura:

  1. Títulos. A partir de algún título (principal, subtítulo, titulares periodísticos) el aprendiz explica de qué tratará el texto.
  2. Imágenes. A partir de imágenes relacionadas con el texto (portada, dibujo, foto) el aprendiz explica cómo se imagina el protagonista, la historia, el escrito, etc.
  3. Última frase. Conociendo la última frase (del cuento, de la noticia), el aprendiz conjetura sobre lo que puede ocurrir para llegar a este desenlace.
  4. Palabras posibles. Conociendo el tema, explicado previamente, el aprendiz hace una lista de palabras que aparecerán en el mismo y otra de las que no aparecerán.
  5. Otros datos. A partir de otros datos relevantes (autor, género textual, destinatario, el aprendiz anticipa más detalles del texto (intención, ideas principales, tono, contenido).
  6. Otros estímulos. A partir de otras fuentes relacionadas con el texto (música, ruidos, objetos, otros textos, etc.), el aprendiz hace predicciones sobre el texto.

Aunque se trate de ejercicios breves, orales y rápidos, son tareas extraordinariamente relevantes para preparar la lectura. No debería leerse nunca nada en el aula sin hacer algún tipo de preparación. Para ello, el alumnado puede trabajar por parejas o tríos durante unos minutos, antes de ir al texto para comprobar si acertó.

Para comprender
No leemos palabra por palabra, ni línea a línea. Lo corriente es ir a buscar directamente en el texto lo que nos interesa, saltándonos el resto. A veces, leemos dos o más veces para hallar cosas diferentes. Para ello usamos dos estrategias básicas: 

  • Hojear o echar un vistazo (skim). El ojo explora el escrito: busca las partes importantes (títulos, destacados, palabras en negrita o mayúscula, inicio de párrafos, etc.). Salta adelante y atrás para hacerse una idea global (tipo de texto, tema, enfoque, partes, etc.).
  • Barrer el texto (scan). Cuando detectamos un fragmento que nos interesa, el ojo lee palabra por palabra, una o varias veces, para analizarlo todo: tono, ironía, implícitos, connotaciones, etc. Empleamos esta estrategia para buscar y hallar datos específicos.

Durante la lectura, combinamos estas dos estrategias para dar respuesta a nuestros propósitos. Primero echamos un vistazo general y luego escaneamos el fragmento concreto que nos interesa. Es conveniente que las tareas de lectura faciliten también el desarrollo de estas dos estrategias. Para ello, es importante:
a) formular al aprendiz la tarea antes de empezar a leer;
b) ofrecer primero una tarea sencilla, más general, para familiarizarse con el escrito; y
c) plantear después otra más exigente, que requiera releer fragmentos concretos.

Veamos ahora algunas técnicas para favorecer el uso de estas estrategias. Este primer grupo es de respuesta única o cerrada:

  1. Tests. El aprendiz responde preguntas sobre el texto, que pueden tener formatos variados: pregunta sencilla, elección múltiple, afirmación cierta o falsa, rellenar un hueco. A veces se puede pedir al aprendiz que responda al test antes de leer el texto, para comprobar su nivel de conocimientos y que luego, con el texto leído, se autocorrija. Los tests en los que el aprendiz sólo debe poner una cruz, marcar una casilla o escribir una letra (C o F) son interesantes porque ofrecen una respuesta no verbal a la tarea de leer, de manera que el resultado del ejercicio no queda influenciado por la habilidad de escribir o hablar, como en otras tareas en las que hay producción lingüística.
  2. Ordenar frases. El aprendiz numera un conjunto de frases desordenadas, que reproducen ideas del texto, según el orden en que aparecen en este.
  3. Relacionar. El alumno relaciona textos breves o fragmentos de texto (anuncios, descripciones, publicidad) con los dibujos o las fotos correspondientes (de casas, personas, productos, etc.).
  4. Transferir datos. El estudiante realiza un esquema predeterminado, o lo completa, a partir del contenido del texto. El esquema puede tener varias formas o tipos: puede ser algún tipo particular de representación de alguna disciplina, como el diagrama de flujo en la técnica, la pirámide de edad en sociales, la cronología en historia, etc. También puede ser un esquema más general, como un mapa de ideas, un esquema de llaves o uno decimal. Igualmente se pueden usar mapas de carreteras o desnivel, planos de ciudades o planos de casas, para describir trayectos y espacios.

Es importante que los enunciados de las tareas utilicen sinónimos o perífrasis de las palabras del texto para evitar que el aprendiz pueda responder sin comprender.
Veamos ahora algunas técnicas de respuesta abierta o divergente:

  1. Experiencia previa. El aprendiz relaciona la lectura con otros textos y experiencias previas. Puede indicar qué palabras, expresiones o ideas ya había leído, lo que le recuerda cada una, lo que le sorprende, etc. También puede recordar otros textos que ha leído del mismo autor, tema, género, colección, etc.
  2. Opiniones personales. El alumno especifica tres cosas (ideas, partes, frases) que le han gustado y tres que no le han gustado y razona por qué.
  3. Expandir el texto. El estudiante hace suposiciones sobre cómo sería el texto cambiando alguna variable (lugar, momento, situación, protagonista, etc.). Incluso se pueden hacer tareas más creativas a partir de frases como: si el protagonista fuera un pato, si lo ocurrido hubiera pasado en un avión... La tarea permite revisar indirectamente la comprensión de todo el texto original.

La secuencia más idónea para trabajar en clase todas las técnicas es la siguiente:
a) el aprendiz lee el enunciado;
b) individualmente busca en el texto la respuesta;
c) compara su respuesta con la de uno o dos compañeros,
d) se relee el texto conjuntamente para resolver las divergencias en las respuestas cerradas o para profundizar en las respuestas abiertas, y
e) se comenta brevemente a nivel de grupo clase.
Sin duda, la herramienta más poderosa para fomentar la comprensión es el diálogo entre aprendices de lector y el docente.

Para releer e interpretar
Sin duda existen varios niveles de comprensión: podemos leer las líneas (lo literal), entre líneas (lo implícito) y detrás de las líneas (la ideología o el punto de vista, los valores y los presupuestos). Hoy en día resulta muy importante alcanzar este tercer nivel de comprensión, puesto que tenemos acceso a discursos que proceden de diferentes culturas, lenguas, comunidades, religiones y razas. Este grupo de propuestas se centra en este nivel y propone al aprendiz que relea el texto para comprenderlo todavía mejor y para elaborar una interpretación más fundamentada.

  1. ¿Quién es el autor? A partir de la lectura atenta del texto, el aprendiz debe conjeturar si el autor es hombre o mujer, mayor o joven, español o de otra nacionalidad, de derechas o izquierdas, machista o feminista, ecologista, profesional, etc. Si el escrito es coloquial, el aprendiz también puede inferir la procedencia geográfica del autor a partir de algunas variantes dialectales.
  2. Acuerdos y desacuerdos. El alumno debe buscar en el texto dos o tres acuerdos entre él o ella y el autor e igual número de desacuerdos. Formulado de manera más concreta, el aprendiz debe escribir tres oraciones que empiecen con las palabras «Estoy de acuerdo con…» y otras tres con las palabras «No estoy de acuerdo con...» En ambos casos el aprendiz puede razonar sus respuestas.
  3. Hacer preguntas. El estudiante debe formular preguntas sobre varios aspectos del texto: argumentos poco claros, razonamientos incomprensibles, dudas, etc. Sirve para facilitar el control metacognitivo sobre la comprensión, puesto que el aprendiz debe tomar conciencia de lo que no sabe.
  4. Textos paralelos. Son textos referidos al mismo hecho o tema, como una noticia en periódicos diferentes, dos biografías de un mismo personaje, dos narraciones de un hecho, etc. El aprendiz debe compararlas e inferir la ideología de cada una, las principales diferencias, puntos de vista, intereses, etc.

En este tipo de tareas todavía es más conveniente que el aprendiz tenga la oportunidad de comentar con uno o dos compañeros sus respuestas, para poder tener diferentes puntos de vista sobre la lectura.

Este texto es una colaboración de Daniel Cassany

 
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