Del amor y la muerte, te hablo
Le había prometido que volvería. Para cumplir su promesa, cruzó el mundo, atravesó el infierno y mordió el dolor como si de la cabeza de una serpiente se tratara. Para cumplir su promesa se prohibió la derrota cuando todos fueron vencidos, y ahogó el deseo de no permanecer vivo cuando la pavura le consumía el alma y sus compañeros rezaban para recibir una muerte rápida.
Para huir del dulce abrazo de una muerte capaz de terminar con la tortura, la ceniza dolorosa cubriendo el corazón y las lágrimas con que cavó tantas tumbas de compañeros y amigos, Julián contaba con la fuerza de aquel amor incapaz de rendirse.
–¡Sara!