En este álbum no hay apenas secuencias de viñetas; el argumento se hilvana a través de la magistral y sobria superposición de fugaces pinceladas que evocan reflexiones, recuerdos, sentimientos y búsquedas interiores. Ésta es la historia de William Ackroyd, famoso escritor en busca de su propia redención que casualmente se sumerge en la investigación –durante la Belle Époque francesa, a comienzos del siglo XX– de la figura de un artista olvidado por todos, Philip Marnham, hermano de la amante del poeta William Miller, del cual Ackroyd había comenzado a escribir la biografía, y que con el tiempo descubre que esconde un secreto que cambiara parte de su historia al ser revelada la verdad. Apenas movimiento, escasa acción, diálogos mínimos e ideas y emociones hechas arte construyen un relato hondo sobre el anhelo de conocimiento y la búsqueda de uno mismo y de la verdad.
En este álbum no hay apenas secuencias de viñetas; el argumento se hilvana a través de la magistral y sobria superposición de fugaces pinceladas que evocan reflexiones, recuerdos, sentimientos y búsquedas interiores. Ésta es la historia de William Ackroyd, famoso escritor en busca de su propia redención que casualmente se sumerge en la investigación –durante la Belle Époque francesa, a comienzos del siglo XX– de la figura de un artista olvidado por todos, Philip Marnham, hermano de la amante del poeta William... Seguir leyendo
El Cuaderno Rojo
Realmente decimos que la hora de la muerte es incierta, pero cuando lo decimos nos representamos esa hora como situada en un espacio vago y remoto; no pensamos que tenga la menor relación con la jornada comenzada ya y que pueda significar que la muerte –o su primera toma de posesión parcial de nosotros, después de la cual ya no ha de soltarnos– podrá producirse esta misma tarde, tan poco incierta, esta tarde en que el empleo de todas las horas está regulado de antemano. Tiene uno empeño en salir de paseo para alcanzar en un mes el total de aire sano necesario; ha vacilado respecto a la elección del abrigo que debe llevar, del cochero al que llamará... (Proust)