Una familia vive seducida por el misterioso canto de una extraña criatura. Una fascinante melodía proviene desde la laguna vecina al anochecer. El sabio y alunado abuelo recibe la canción como una señal de que debe vivir en armonía con la naturaleza el poco tiempo que le resta. Su pequeña nieta, Zoey, no comprende aún algo que la canción insinúa, pero la melodía hechiza tanto a la frustrada madre como a su marido y les atrae hacia un peligro indeterminado. Unos y otros –entre relatos y recuerdos– transitan los misterios cotidianos, apenas intuyendo los fenómenos mágicos que dan cuerpo a las leyendas, como la de aquel ser mítico que en ciertas noches estivales silba melodías encantadas. Nos hallamos ante un delicado juego de simbolismos en el que los sonidos sirven de hilo sinestésico conductor. El lector se siente invitado a abandonarse en el sugerente lirismo de lo narrado y el preciosismo de las imágenes. Lo visual se adormece para dejar paso a lo auditivo marcando la cadencia de la lectura. Un inquietante y surrealista himno a la noche y los ensueños, una travesía fabulosa hacia la infancia, una apología de la música como generadora de estados de ánimo. El magistral empleo que hace la autora del blanco y negro le permiten crear eficaces e impactantes atmósferas diurnas y nocturnas.
Una familia vive seducida por el misterioso canto de una extraña criatura. Una fascinante melodía proviene desde la laguna vecina al anochecer. El sabio y alunado abuelo recibe la canción como una señal de que debe vivir en armonía con la naturaleza el poco tiempo que le resta. Su pequeña nieta, Zoey, no comprende aún algo que la canción insinúa, pero la melodía hechiza tanto a la frustrada madre como a su marido y les atrae hacia un peligro indeterminado. Unos y otros –entre relatos y recuerdos– transitan... Seguir leyendo
La Laguna
–Abuelo, ¿paras de cantar esa canción tan fea?
–¿No te gusta?
–Suena como un gato mojado.
–Eso es por todos los tubos viejos que llevo dentro. De hecho es una bonita canción cuando oyes la original.
–El sonido de un gato en la bañera.
–No, no. Pero no te alejas de la verdad. La canta una criatura sumergida en la laguna.
–Eres ridículo.
–¡No puedo inventarme una canción tan bonita, lo sabes! Es cierto. La gente hacía cola de noche en la orilla de la laguna, escuchando entre los juncos. Cantaba la más bella de las canciones. Estábamos con el agua por encima de las rodillas hasta el final de la canción.