Lili, Leto y El Demonio del Mar
Érase una vez -no hace mucho tiempo- un matrimonio llamado Esnórquel.
El señor y la señora Esnórquel eran muy ricos. Casi hasta extremos inimaginables.
Poseían una fábrica de caracoles de regaliz y otra de cerillas de madera, un montón de torres perforadoras de petróleo, un banco (no de los del parque, por supuesto), un zoológico, una emisora de televisión y otras mil empresas que ni siquiera sabían que les perteneciesen.
Rayos, pensarás tú. ¿Y qué hacían con tanto dinero?
¿Se lo gastaban en sus hijos?