Muchos adolescentes, en todo el mundo, sufren el grave problema alimentario que se esboza entre las páginas de esta historia. Abordar una problemática así en una obra narrativa ayuda a visibilizar una lacra sobre la que la sociedad parece tomar conciencia poco a poco. Eva tiene quince años, no es especialmente alta y pesa sesenta y siete kilos. Sus compañeros de instituto la «machacan» por su aspecto físico. Solo Franziska parece comprenderla. Gracias a su cariño, al de su tía Renate y, sobre todo, a una bella historia de amor con Michel, Eva irá poco a poco superando sus temores. Existe un exhaustivo proyecto de lectura disponible para el mediador.
Muchos adolescentes, en todo el mundo, sufren el grave problema alimentario que se esboza entre las páginas de esta historia. Abordar una problemática así en una obra narrativa ayuda a visibilizar una lacra sobre la que la sociedad parece tomar conciencia poco a poco. Eva tiene quince años, no es especialmente alta y pesa sesenta y siete kilos. Sus compañeros de instituto la «machacan» por su aspecto físico. Solo Franziska parece comprenderla. Gracias a su cariño, al de su tía Renate y,... Seguir leyendo
Chocolate amargo
Eva –dijo el señor Hochstein.
Eva agachó la cabeza, cogió su pluma y se puso a escribir.
–Eva –volvió a decir el señor Hochstein.
Eva agachó todavía más la cabeza, cogió el lápiz y la regla y dibujó la pirámide. No le oía. No quería oírle. No quería levantarse ni tener que salir a la pizarra. Vaya, se había movido. Sin mirar tanteó en busca del estuche, pasó los dedos sobre los objetos: los lápices duros, un pequeño sacapuntas metálico y anguloso, el bolígrafo con el clip roto... Pero ni rastro de la goma. Cogió su mochila, se la puso en las rodillas y siguió rebuscando con la cabeza agachada. Uno se puede pasar mucho tiempo buscando una goma.