El ataque del rey lagarto
–¡Bahía Dinosaurios! –exclamó Jaime mientras corría hasta el borde del acantilado y se asomaba sobre la valla–. ¡Este tiene que ser el mejor sitio del mundo para encontrar dinosaurios!
Su abuelo asintió.
–Están ahí abajo, en las rocas, eso es seguro. ¿Por qué no vas a echar un vistazo? –dijo.
–¡Fósiles, allá voy! –dijo Jaime–. ¡Hasta luego, abuelo!
Jaime bajó con dificultad por el sendero repleto de rocas que iba desde el viejo faro hasta la playa.