Luna de Leyenda III. Los herederos
Kim miró a un grupo de chicos punkis que caminaban despacio por la otra acera de la calle, era evidente que iban en busca de pelea.
Los muchachos llamaban su atención desde que, hacía un rato, habían abandonado el chiringuito de la esquina y buscaban camorra por los alrededores.
Al principio todo había estado muy tranquilo, siempre que se pudiera llamar tranquilo al hecho de que media docena de chicos –cada uno casi del mismo tamaño que un adulto, con el pelo teñido de verde o naranja, vistiendo cazadoras de cuero llenas de remaches y con calaveras cosidas en la espalda-, se juntaran en una panda y comenzaran a aterrorizar a la gente.