La hija de la serpiente
Hacía tiempo que los huesos del monarca de Lehanâr se habían transformado en polvo, ya nadie engalanaba su tumba. Generaciones enteras sufrieron su ansia de poder, las interminables guerras contra Aquir arruinaron dos reinos antes florecientes. Una última batalla provocó numerosas víctimas y no trajo la codiciada victoria a ninguno de los dos bandos, pero sí la muerte del monarca. No quedó ningún heredero en vida para seguir la línea sucesoria. El resto del pueblo, sin guía, vegetó en un país devastado. Lenuhîl, procedente de una antigua familia de magos, fue la única que se negó a claudicar y trató de arrancar a los leharanos de su letargo.