Los cuentos de Bornemann se mueven en una atmósfera extraña. Escritos con exquisita delicadeza, son cuentos para y de todas las culturas, con un mensaje de paz y solidaridad. Son relatos comprometidos con la poesía, cuidando cada palabra, cada frase, para dar más de un sentido. La autora sabe jugar con el ritmo narrativo, dejando imaginar. Trabaja los cuentos como si fuera el propio corazón quien los dicta. Por eso, todo lo que nos rodea se puede quebrar: "nosotros tampoco somos irrompibles".Los cuentos de Bornemann se mueven en una atmósfera extraña. Escritos con exquisita delicadeza, son cuentos para y de todas las culturas, con un mensaje de paz y solidaridad. Son relatos comprometidos con la poesía, cuidando cada palabra, cada frase, para dar más de un sentido. La autora sabe jugar con el ritmo narrativo, dejando imaginar. Trabaja los cuentos como si fuera el propio corazón quien los dicta. Por eso, todo lo que nos rodea se puede quebrar: "nosotros tampoco somos irrompibles".
No somos irrompibles
La única que se ha dado cuenta soy yo: Gustavo tiene un sol entre los ojos. Un pequeño sol colorado, de rayos desparejos, como despeinado de los bordes... Cuando Gustavo mira, enciende cada cosa que mira.