Mariano Gusano
Había una vez un gusano que se llamaba Mariano y que no destacaba precisamente por su buena educación. Vivía en una manzana que lo acogía con generosidad y lo alimentaba en abundancia. Una pobre manzana que el glotón devoraba sin piedad hasta el corazón. Cada día abría nuevas galerías estrechas y tortuosas; había excavado tantas que a veces él mismo se perdía en el laberinto de pasadizos.