Isola
Como todos los años en esa época, era la única persona en el jardín de la Clínica Evangélica de Berlín. Eran las 6 de la mañana, la luna seguía brillando en el cielo y las pequeñas luces centelleaban sobre el césped como ojos despiertos. Por una de las ventanas salían las calladas notas de una melodía de música clásica.