Bien pudo haber vivido Miguel Hernández un episodio como el que aquí se recrea, en el que un Miguel niño que ya tiene obligaciones alberga la semilla de la poesía y con ella hace frente a la soledad y los temores, armado de palabras. Las responsabilidades que se vio obligado a asumir tenían su cara amable: un estrecho contacto con la naturaleza, que tanto le inspiró siempre, y la querencia hacia los animales, que tan bien conocía. Una vivencia bien ilustrada en las imágenes de este álbum que homenajea al poeta acercándolo a los niños.
Bien pudo haber vivido Miguel Hernández un episodio como el que aquí se recrea, en el que un Miguel niño que ya tiene obligaciones alberga la semilla de la poesía y con ella hace frente a la soledad y los temores, armado de palabras. Las responsabilidades que se vio obligado a asumir tenían su cara amable: un estrecho contacto con la naturaleza, que tanto le inspiró siempre, y la querencia hacia los animales, que tan bien conocía. Una vivencia bien ilustrada en las imágenes de este álbum que homenajea al poeta... Seguir leyendo
Las nanas de Miguel
Miguel camina por el sendero del bosque y silba al ritmo de sus pasos. Su madre le ha puesto en el zurrón comida para una semana, el tiempo que va a estar con el rebaño. Miguel disfruta cuidando de las cabras, pero nunca se ha quedado solo un día, y menos una semana entera con todas sus noches. Cuando lo piensa, la boca se le seca y siente como si un millón de hormigas le recorriera la espalda.