El sastrecillo avispado
Érase una vez una princesa tan, tan soberbia que a todos los príncipes que pedían su mano en matrimonio les imponía un acertijo para casarse con ella y ¡pobre del que no lo adivinara!, porque entonces la princesa les humillaba con sus burlas y les despedía de su presencia para siempre. Uno tras otro, los pretendientes de sangre noble fueron abandonando el palacio con la cabeza gacha, así que la princesa, convencida de ser más ingeniosa que nadie, anunció que se casaría con aquel que resolviera el acertijo.